Un Nobel por la lucha contra los virus
Harald zur Hausen descubrió el virus que causa el cáncer de cuello uterino, Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi, el VIH
El Premio Nobel de Fisiología o Medicina fue este año para tres virólogos europeos que descubrieron los agentes causales del cáncer de cuello de útero y el sida, y cambiaron para siempre la historia de dos enfermedades con impacto global. La decisión de la Academia Sueca de Ciencias distingue al alemán Harald zur Hausen, descubridor del virus del papiloma humano (VPH), respalda los logros de un científico conocido internacionalmente como el francés Luc Montagnier, que actualmente preside la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida, y rescata la figura poco conocida fuera de los ámbitos académicos, pero que cumplió un papel protagónico en la identificación del VIH, de Françoise Barré-Sinoussi. Zur Hausen, de 72 años, recibirá la mitad del premio, dotado este año con 1.400.000 dólares; Montagnier, de 76, y Barré-Sinoussi, de 61, compartirán la otra mitad. Pero esta edición de los Nobel deja también un gran perdedor: el norteamericano Robert Gallo, que el año último había compartido con Montagnier el premio Príncipe de Asturias y que durante casi una década mantuvo una agria disputa con el científico francés por la paternidad del descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana. El Instituto Karolinska no lo menciona en su anuncio.
Una hipótesis provocativa
Zur Hausen, de la Universidad de Heidelberg, fue laureado por sus trabajos que, en la década del 70 y principios de los ochenta, derribaron las teorías prevalecientes en ese momento de que los virus no podían causar el cáncer. Convencido de que los tumores cervicales malignos se debían a un virus cercano del que producía las verrugas, trabajó diez años hasta que en 1983 identificó el VPH 16 en 1983 biopsias de mujeres que habían padecido la enfermedad. Un año más tarde, identificó el subtipo 18 que, junto con el anterior, es responsable del 70% de los casos de esta enfermedad que provoca anualmente la muerte de 300.000 mujeres en todo el mundo. En la Argentina, se registran todos los años 4000 casos y 2000 muertes por cáncer cervical. "Hay más de cien tipos de VPH y no todos actúan en la zona genital -explica la doctora Silvina Witis, jefa de ginecología de Lalcec-. Los tipos 6 y 11 son los que causan las verrugas en la vulva. El 16 y el 18 son los considerados malignos, porque resultan un factor necesario para el cáncer de cuello uterino, pero no suficiente. Hay casos en los que se produce una remisión espontánea. Cuando no ocurre eso, el virus tarda entre 10 y 20 años en producir cáncer, por eso uno puede detectar una lesión premaligna con un simple Papanicolaou y curar a la paciente. Los tipos 16 y 18, sumados al 31 y al 45, causan el 80% de los tumores cervicales."
Tras las huellas del virus
A comienzos de los años ochenta, cuando el sida era aún una misteriosa enfermedad que destruía el sistema inmunológico de hombres que tenían sexo con hombres, hemofílicos y heroinómanos, Montagnier fue convocado para crear un equipo de investigación que rastreara su origen.
La búsqueda dio sus frutos a comienzos de 1983, sólo dos años luego de que se informara de los primeros casos, cuando el grupo anunció el aislamiento del virus causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. La primera firma del trabajo que se publicó en Science es la de Françoise Barré-Sinoussi. "Aunque en los comienzos de la epidemia Montagnier y Gallo disputaron por los honores de haber descubierto el VIH, en realidad la que hizo el trabajo y le llevó la novedad a Montagnier fue Barré-Sinoussi -cuenta el doctor Pedro Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida-. La menos conocida es la persona más importante de esta historia. Para nosotros es un particular orgullo porque integra el consejo de dirección de la Sociedad."
Barré-Sinoussi y Montagnier le siguieron las huellas al VIH en muestras de glóbulos blancos extraídos de los nódulos linfáticos de los pacientes. Fue allí donde detectaron la actividad de la transcriptasa reversa, una enzima que permite la replicación del virus. Sus descubrimientos abrieron las puertas al diseño de pruebas de diagnóstico y de detección del VIH en las donaciones de sangre. Los de Zur Hausen, por su parte, permitieron el desarrollo de dos vacunas que previenen el cáncer de cuello uterino, pero que todavía no son ampliamente accesibles por su costo. "Nunca antes fueron la ciencia y la medicina tan rápidas para descubrir, identificar el origen y ofrecer tratamientos para una enfermedad", destaca el Comité Nobel en su anuncio. La célebre llamada desde Estocolmo encontró a Zur Hausen, en Alemania; a Montagnier, en Costa de Marfil, y a Barré-Sinoussi, en Camboya. La directora de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales del Instituto Pasteur y autora de más de 200 trabajos científicos se convierte así en la 36a mujer en recibir el Nobel entre 745 laureados.
Una hipótesis provocativa
Zur Hausen, de la Universidad de Heidelberg, fue laureado por sus trabajos que, en la década del 70 y principios de los ochenta, derribaron las teorías prevalecientes en ese momento de que los virus no podían causar el cáncer. Convencido de que los tumores cervicales malignos se debían a un virus cercano del que producía las verrugas, trabajó diez años hasta que en 1983 identificó el VPH 16 en 1983 biopsias de mujeres que habían padecido la enfermedad. Un año más tarde, identificó el subtipo 18 que, junto con el anterior, es responsable del 70% de los casos de esta enfermedad que provoca anualmente la muerte de 300.000 mujeres en todo el mundo. En la Argentina, se registran todos los años 4000 casos y 2000 muertes por cáncer cervical. "Hay más de cien tipos de VPH y no todos actúan en la zona genital -explica la doctora Silvina Witis, jefa de ginecología de Lalcec-. Los tipos 6 y 11 son los que causan las verrugas en la vulva. El 16 y el 18 son los considerados malignos, porque resultan un factor necesario para el cáncer de cuello uterino, pero no suficiente. Hay casos en los que se produce una remisión espontánea. Cuando no ocurre eso, el virus tarda entre 10 y 20 años en producir cáncer, por eso uno puede detectar una lesión premaligna con un simple Papanicolaou y curar a la paciente. Los tipos 16 y 18, sumados al 31 y al 45, causan el 80% de los tumores cervicales."
Tras las huellas del virus
A comienzos de los años ochenta, cuando el sida era aún una misteriosa enfermedad que destruía el sistema inmunológico de hombres que tenían sexo con hombres, hemofílicos y heroinómanos, Montagnier fue convocado para crear un equipo de investigación que rastreara su origen.
La búsqueda dio sus frutos a comienzos de 1983, sólo dos años luego de que se informara de los primeros casos, cuando el grupo anunció el aislamiento del virus causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. La primera firma del trabajo que se publicó en Science es la de Françoise Barré-Sinoussi. "Aunque en los comienzos de la epidemia Montagnier y Gallo disputaron por los honores de haber descubierto el VIH, en realidad la que hizo el trabajo y le llevó la novedad a Montagnier fue Barré-Sinoussi -cuenta el doctor Pedro Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida-. La menos conocida es la persona más importante de esta historia. Para nosotros es un particular orgullo porque integra el consejo de dirección de la Sociedad."
Barré-Sinoussi y Montagnier le siguieron las huellas al VIH en muestras de glóbulos blancos extraídos de los nódulos linfáticos de los pacientes. Fue allí donde detectaron la actividad de la transcriptasa reversa, una enzima que permite la replicación del virus. Sus descubrimientos abrieron las puertas al diseño de pruebas de diagnóstico y de detección del VIH en las donaciones de sangre. Los de Zur Hausen, por su parte, permitieron el desarrollo de dos vacunas que previenen el cáncer de cuello uterino, pero que todavía no son ampliamente accesibles por su costo. "Nunca antes fueron la ciencia y la medicina tan rápidas para descubrir, identificar el origen y ofrecer tratamientos para una enfermedad", destaca el Comité Nobel en su anuncio. La célebre llamada desde Estocolmo encontró a Zur Hausen, en Alemania; a Montagnier, en Costa de Marfil, y a Barré-Sinoussi, en Camboya. La directora de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales del Instituto Pasteur y autora de más de 200 trabajos científicos se convierte así en la 36a mujer en recibir el Nobel entre 745 laureados.
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